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miércoles, 14 de octubre de 2009

- LOS NIÑOS: ¿DICEN SIEMPRE LA VERDAD?






Esto ocurrió hace poco, y en mi entorno familiar.

Día: un lunes cualquiera, siete de la noche más o menos. Llega mi cuñado a su casa luego de un día de trabajo normal, y encuentra a su pequeña de tres años
-mi sobrina- con marcas de arañazo en su carita. Cuando él le preguntó, entre sorprendido y ofuscado, quién la arañó, ella respondió sin dudar:

Cucho me arañó...

(Cucho es el más sociable de mis gatos, y a quien le encanta estar alrededor de las visitas para que le acaricien las orejas y le rasquen la panza).

Mi cuñado sabía muy bien que era imposible que mi gato hubiera sido el causante de esos arañones, por dos sencillos motivos:

1) Mi hermana y familia no habían estado de visita por mi casa hacía semanas, y
2) cuando están de visita no le quitan el ojo de encima a su pequeña.

Poco después llega mi hermana a su casa y luego de sobreponerse a la sorpresa, repite la misma pregunta, que quién fue el que te arañó la carita. Y la respuesta sigue siendo la misma:

...el gato Cucho me arañó...

La situación se puso ya complicada cuando los abuelos paternos -los suegros- intervienen en el asunto:

- ¡¡Cómo es posible que ese gato (...)!!

- ¡¡Cómo dejan que ese gato (...)!!!

Como ves, a estas alturas de las circunstancias, ya se había instalado un Tribunal del Santo Oficio, el cual - basándose en las obvias evidencias (el indudable arañazo en el rostro y en el incuestionable testimonio de la pequeña víctima)- ya había juzgado, sentenciado y condenado a mi gato Cucho, y quién sabe a qué pena o castigo.



Cuchito

Ante la amorosa y paciente insistencia de mi hermana y mi cuñado, amén de la promesa de que ni papi ni mami se iban a molestar ni la iban a castigar por decir la verdad, la pequeña finalmente confesó:


- Matías me arañó ... (en el Nido).


El resto de la historia no tiene relevancia para este capítulo, pero el episodio me sirve para formular varias preguntas y sacar algunas conclusiones.

- ¿Qué hubiera ocurrido en otro contexto familiar ante la insistencia del pequeño de la casa de culpar -como en este caso- al gato por sus marcas en la cara o alguna otra parte de su cuerpecito?

- ¿Cuál habría sido el destino del animal injustamente acusado?:

- ¿Habría sido "perdonado"?

- ¿Habría sido castigado?

- ¿Habría sido regalado?

- ¿Habría sido arrojado a la calle?

- ¿Habría sido matado? o simplemente...¿se habrían olvidado del asunto?

- ¿Cuántos casos como éste se producen a diario sin que lleguemos a enterarnos?

- ¿Hay que creer en lo primero que dice un niño porque "los niños nunca mienten"?

- ¿El testimonio de un niño es prueba suficiente para condenar a un animal o persona?

- Cuando los niños interactúan con un animal, ya sea en casa, en la calle o en cualquier otro lugar ¿son los padres lo suficientemente responsables como para supervisar esta interacción TODO EL TIEMPO?



CONCLUSIONES


- Como ocurrió con los abuelos de esta historia, la mayoría de la gente se deja llevar por sus emociones en vez de usar la razón y el sentido común para llegar a la verdad.

- En casos como éstos averigua, indaga, usa tu lógica, echa a andar tu sentido común (que en estos tiempos es el menos común de los sentidos).

- Hay que supervisar la interacción animal-niño TODO EL TIEMPO.




- Y por último, pero no menos cierto...


...LOS NIÑOS NO SIEMPRE DICEN LA VERDAD.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

hay veces que los gatos arañan a los pequeños a consecuencia de que estos los molestan y si tu como padre permites que tu hijo este molestando a los gatos entonces tambien tendras que aceptar que el gatito se defienda.

a toda accion corresponde una reaccion.

Gary Rivera dijo...

pues es cierto, ellos no siempre dicen la verdad.
Es una pena, pero creo que debe de existir un gen de la mentira, porque no hay que enseñarle a un niño a mentir, ellos descubren solitos comos hacerlo y eso en ocasiones es muy peligroso.

hace tiempo escribi esto
http://hijodelaluna-mphisto.blogspot.com/2008/11/mentiras-verdaderas.html

con respecto a las mentiras, espero puedas darle una leida!
Un enorme abrazote!

¿Conocen este perrito? dijo...

Es cierto. Yo una vez estuve cuidando a mi sobrina (tenía entonces tres años), y cuando llegó la mamá le preguntó (en broma) si la tía (yo) le había pegado. Ella sin dudarlo respondió que sí, y cuando le preguntaron adonde respondió muy convencida que en la cabeza, y en el trasero.
Obviamente, como saben que yo soy incapaz de pegarle a nadie, tomamos a broma el asunto. Pero es evidente que los chicos no siempre dicen la verdad.
Algo también muy cierto es que hay que supervisar a los niños cuando interactúan con animalitos, por su seguridad y por la de la mascota.
Muy buen post! Saludos desde Argentina.

Anónimo dijo...

Es penoso pensar que los niños puedan tambien mentir pero es la realidad muchas veces lo hacen por temor a la reaccion de los mayores

y claro cuando hay mascotas y niños en casa o se encuentran en una visita hay que estar supervisandolos pues no se sabe la reacción de algunas de las partes

y tambien aprovechar estos encuentros para enseñarles a los niños a respetar a los animales, que ellos tambien sienten, se enojan,etc

que tengas buena semana estimado Doctor G

GRESA

Miyita dijo...

Y bueno...hay que saber de que pata cojea nuestra gente, así sean niños. Lo primero es conocerlos y no cegarnos por el mal entendido amor hacia ellos, de que mienten claro que sí, es lógico si temen un castigo o se cobran una revancha, van a mentir. Un abrazote.